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Las misioneras trabajan que las mujeres sean respetadas y puedan vivir de lo que cultivan. Las misioneras trabajan que las mujeres sean respetadas y puedan vivir de lo que cultivan.

Paraguay: salesianas y mujeres del Gran Chaco contra el tráfico de cocaína

En el país sudamericano, las misioneras de la ONG Manos Unidas trabajan para fomentar el desarrollo y la independencia de las jóvenes y sus familias en una zona conocida por ser un punto de tránsito fluvial para los traficantes de droga.

Ilaria De Bonis – Ciudad del Vaticano

«Nuestra tierra es salada y la vegetación es exuberante: incluso se pueden ver focas en los ríos del norte de Paraguay. De alguna manera logran llegar hasta el océano…». Pero no son las únicas. El país sudamericano, gobernado por Santiago Peña y que limita con Argentina, Brasil y Bolivia, no tiene salida al mar. Sin embargo, posee una red hídrica y ríos tan poderosos que son utilizados como rutas comerciales fluviales. De manera ilícita, los traficantes de drogas aprovechan estos ríos para transportar cocaína desde Bolivia y venderla en Europa.

Entre 2010 y 2021, los decomisos de droga aumentaron cinco veces. La historia de esta pequeña parte de América Latina, habitada por pueblos originarios dedicados a la medicina tradicional, la cuenta la hermana Blanca Ruiz Díaz, misionera salesiana al frente de un proyecto agrícola y social en el norte, con la ONG Manos Unidas. «Nuestros campesinos y las comunidades indígenas se dedicarían con gusto a lo que mejor saben hacer: cultivar mandioca y papas, cebollas y ajíes verdes, ¡que crecen muy bien! El maíz no, no es muy bueno en el norte».

El tráfico de drogas

Sin embargo, la agricultura no está suficientemente incentivada por las políticas gubernamentales y no hay seguridad alimentaria en el Gran Chaco, región de Sudamérica que se extiende por partes de Argentina, Bolivia, Chile, Brasil y Paraguay. Los cultivos de subsistencia están constantemente amenazados por el comercio y tráfico ilícito, con los carteles de drogas dominando la zona. El Alto Paraguay es conocido por ser también un punto de tránsito sin radares aéreos: los traficantes utilizan los ríos para transportar la cocaína andina hacia el sur.

El objetivo de las salesianas y de los muchos cooperantes que trabajan en Fuerte Olimpo es promover el desarrollo y la independencia de las jóvenes y sus familias. Nos encontramos en comunidades llenas de tradiciones, belleza y creencias ancestrales: pueblos como el de los Chamacoco, que en su lengua local significa "persona", y que actualmente cuentan con unos 1800 habitantes.


La hermana Blanca, en misión junto a su hermana Kamilia Seidlova (de origen eslovaco, pero viviendo en Paraguay desde hace 11 años), plantea que Fuerte Olimpo, sobre el río Paraguay, es el distrito más empobrecido: «falta de recursos básicos y de inversión en servicios, por ejemplo, no hay atención sanitaria. Si te enfermas y no tienes dinero, puedes morir. Las mujeres suelen morir de parto». Y añade: «Nosotros trabajamos para que las mujeres trabajen y sean respetadas, incluso por sus maridos. Que puedan cuidar las semillas que deben sembrar cada temporada, conservarlas y replantarlas, para no depender de la producción agrícola externa».

Las mujeres, socias privilegiadas de las misioneras salesianas.
Las mujeres, socias privilegiadas de las misioneras salesianas.

Las mujeres, socias privilegiadas de las misioneras salesianas

Desde la gran ciudad donde vive, la hermana, cada vez que lo requiere, toma una pequeña embarcación de madera que la lleva hasta los pueblos indígenas: «el más lejano está sobre el río – dice – y es una comunidad aislada. Allí la primera vez me recibió el chamán. Siempre voy a saludar a los ancianos, aunque no profesen nuestra fe. Ahora el chamán me saluda diciendo: “Aquí viene la hija de Dios”. Él puede ver en mí mi ser cristiana. Muchos de ellos nos han pedido el rosario para protegerse de los espíritus malignos: los niños y las mujeres rezan, aunque no sean cristianos».

«A pocos kilómetros de aquí está la frontera con Brasil – precisa Blanca – ¡podría ser un paraíso si el Chaco viviera de lo que produce!». Las fronteras, como todas las periferias desatendidas por el Estado central y dejadas a merced del comercio, son territorios más problemáticos que otros. «Ahora las inundaciones, debido a las fuertes lluvias, han aislado aún más los pueblos, y los campos agrícolas están fuera de juego», explica aún la misionera paraguaya, que lleva muchos años dedicada a la evangelización y a la promoción social. «Repito: no serían pobres, el distrito es riquísimo en todo lo que se necesita, pero las políticas económicas del país imponen exportar el arroz a Brasil y no distribuir a los campesinos las semillas para las cosechas locales».

La hermana Kamilia hace saber que «las comunidades están muy agradecidas, dicen que gracias a nuestro trabajo ha cambiado la vida de la gente». Lo que nos ayuda, sostiene la salesiana, «es que no dependemos de los políticos y estamos trabajando con el apoyo del obispo. Además, nuestro proyecto ve a la Iglesia colaborar codo a codo con los laicos: nuestras socias son las mujeres». Una unión que da fuerza y hace más fácil penetrar en el tejido social de los empobrecidos.


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06 junio 2025, 16:30